La Pandemia del Coronavirus encuentra a un mundo fraccionado, enfrentando una severa crisis ambiental, niveles de pobreza en aumento y bajos niveles de crecimiento económico, de los cuales América Latina no está exenta. Se constituye en uno de los trances más difíciles de la historia reciente que traerá consecuencias de enormes magnitudes, iguales o inclusive más profundas que la Gran Depresión de 1929 y la crisis financiera del 2007-2008.
Enfrentamos una crisis social y económica que el sector privado y las fuerzas del mercado por sí solas no podrán resolver, y para la cual se requiere de la activa y oportuna participación de los estados, y de la sociedad civil organizada.
«La complejidad de los cambios que hoy enfrentamos a nivel global presenta grandes desafíos y oportunidades para la construcción de una nueva generación de políticas públicas, fortalecer los mecanismos actuales de integración regional y para una nueva arquitectura multilateral»
La complejidad de los cambios que hoy enfrentamos a nivel global presenta grandes desafíos y oportunidades para la construcción de una nueva generación de políticas públicas, fortalecer los mecanismos actuales de integración regional y para una nueva arquitectura multilateral. América Latina cuenta con inmensas riquezas en biodiversidad, recursos naturales y multietnicidad; y una clase media joven en franco crecimiento, ansiosa de vincularse a proyectos exitosos, nuevas tecnologías e iniciativas innovadoras.
La historia hoy también nos presenta oportunidades para repensar los mecanismos para legitimar el multilateralismo, y promover sistemas económicos alternativos más resilientes, justos y en armonía con el planeta. Estos sistemas económicos deben permitir a los países de Latinoamérica instituir un conjunto de políticas públicas y estrategias que les permita transitar de un patrón de desarrollo basado en la explotación de recursos naturales abundantes y baratos, y con bajos niveles de tecnología, a otro de base ancha, basado en conocimiento, sostenible y más equitativo, en un contexto de mercados más eficientes y justos; y con reglas de juego estables.
Las visiones de desarrollo y las iniciativas económicas de los países de la región son actualmente muy diversas. Sin embargo, a partir de los recientes encuentros con altas autoridades y reconocidos líderes de los sectores económicos y de la sociedad civil, convocados por instituciones de cooperación, casas de estudio y centros de pensamiento, tales como el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), se encuentran coincidencias en la necesidad de construir nuevos enfoques de desarrollo resilientes que impulsen a la bioeconomía, la economía circular, la innovación tecnológica y a una nueva agricultura, más productiva, y con usos más racionales del suelo y agua (ver artículo).
Estos enfoques deben incorporar nuevas miradas al desarrollo de los territorios rurales (ver artículo), otorgar mayores poderes de decisión a los gobiernos locales y, través de las ciudades intermedias e inteligentes, promover las condiciones adecuadas para un crecimiento económico sostenible que no agote los recursos naturales ni ponga en peligro la supervivencia de las próximas generaciones. Estos enfoques deben tomar en cuenta que el planeta tiene límites esenciales que no deben cruzarse.
Estamos en una etapa de transición que se caracteriza por la reconfiguración del mapa geopolítico mundial y por el agotamiento de los procesos tradicionales de regionalización. Son escenarios apropiados para la promoción de modelos de desarrollo basados en conocimiento y tecnologías más limpias, como respuesta alternativa a la era del boom de los commodities, y alineados a los desafíos planteados en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la consigna de no dejar a nadie atrás.
Estos escenarios anticipan que las agendas de desarrollo pondrán más relevancia en los temas de salud, bienestar y equidad, educación, producción y comercio de alimentos sanos; tecnologías modernas de información y comunicación, innovación, empleo digno; y mayor conciencia para el cuidado ambiental.
La “comunidad internacional” y el nuevo multilateralismo serán invocados con mayor frecuencia. Son estas coyunturas históricas las que ya impulsan a las organizaciones de cooperación internacional a redefinir sus roles de asesoramiento y cooperación, facilitando el diálogo entre países y regiones y brindando acompañamiento técnico oportuno en los procesos de reconstrucción de sus economías, su desarrollo territorial y sus sectores productivos y de servicios.
Diego Montenegro Ernst, MSc en Agronegocios y candidato a Doctor en Políticas Públicas para el Desarrollo, es actualmente el Representante del IICA en México y Coordinador de Asuntos Especiales de la Región Norte