La influenza estacional es una enfermedad respiratoria provocada por diferentes tipos de virus (A, B y C) que requiere atención médica para evitar complicaciones, y una medida eficaz para prevenirla es con la vacunación a grupos de riesgo.
La transmisión del virus que provoca esta enfermedad se da de persona enferma a otra por la expulsión de gotas de saliva que se hace al toser, estornudar o el habla muy estrecha, el cual, una vez alojado en la persona sana se incuba durante dos días y provoca síntomas de fiebre súbita, tos, dolores en músculos, articulaciones, cabeza, garganta, malestar general y secreción nasal.
Una persona puede contagiar a otra aun cuando no presente signos y síntomas debido al periodo de incubación del virus, así puede infectar desde un día antes de presentar los síntomas, hasta 5 ó 7 días después de enfermar.
Por ello ante la aparición de los síntomas es necesario acudir a recibir atención médica para tener un diagnóstico adecuado y un tratamiento oportuno que evite mayores complicaciones.
La automedicación es peligrosa porque puede agravar el cuadro de enfermedad si se aplica de manera inadecuada, además de causar resistencia a fármacos.
Dentro de las medidas de prevención se encuentran las que dicta directamente el personal médico en consulta, cuidarse de los cambios bruscos de temperatura, alimentación saludable con la ingesta de verduras y frutas con vitamina A y C.
La vacunación contra la influenza estacional es una medida eficaz de prevenir las afectaciones por el virus, la cual se aplica anualmente dentro de la temporada de octubre a marzo que es cuando se incrementan este tipo de infecciones respiratorias.
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