Nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador ha tenido a bien condenar públicamente a todos aquellos políticos corruptos y que van en contra de sus ideales en la administración pública; no mentir, no robar, no traicionar. Precisamente, es esto lo que nos obliga a rechazar enérgicamente que personajes oscuros de la política colimense quieran infiltrarse en la filas de la coalición Morena-PT.
Tal es el caso del exgobernador Mario Anguiano, quien a todas cuestas está buscando colocar a su amigo Virgilio Mendoza Amezcua en las encuestas que le coloquen como un posible candidato a la gubernatura del estado. Y no es para menos, Mario y Virgilio, saben que el ir en fórmula con Morena, es la única posibilidad que tienen de aparecer en las boletas electorales.
Al exgobernador Priísta y al dueño del Partido Verde en Colima, se les ha visto en varias partes de la zona norte del estado, donde junto con otros individuos muy cuestionados como Francisco «Tamacuas» Anzar Herrera (ex-presidente del PRI), Martín Flores Castañeda (líder del sindicato de burócratas del gobierno del estado), Rene Gonzales (exsecretario de comunicación de gobierno del estado), entre otros, han tratado de simular trabajo en las colonias. No hay cosa más irrisoria. Si no trabajaron cuando estuvieron en la administración pública, ¿qué hará que de la noche a la mañana ya se interesen por el bienestar de la población? Mario Anguiano, exgobernador señalado y sancionado con 515 millones de pesos que le impuso el Congreso del Estado, por la contratación irregular de un crédito de 638 millones de pesos, y Virgilio Mendoza, ex-presidente municipal de Manzanillo en dos ocasiones y diputado federal, que no hizo una sola obra trascendental que beneficiara a los manzanillenses. Juntos, buscan que el pueblo olvide los malos manejos que tuvieron en sus administraciones.
En nuestras manos está que, por nada del mundo, se dé la aberración de alianza que pueda ser Virgilio-Morena.
En fin, estas piezas del Ajedrez Político ya se están empezando a mover, aunque no puedan hacer ni siquiera un jaque.
Gracias por su amable atención.
¡Hasta la próxima!
